El cómic de la semana: Museum (The serial killer is laughing in the rain)

Hacía tiempo que no leíamos manga. En su momento nos deleitamos con la originalidad de Death Note, con las peleas samuráis de Rurouni Kenshin y con el terrorífico mundo de Priest. Pero hace años de eso. Nos centramos en el cómic americano y dejamos de lado al cómic nipón. Hasta hace un par de semanas.

Teníamos conocimiento de las buenas críticas que habían recibido dos obras de temática muy similar, obras cuyos números uno descansaban cogiendo polvo en nuestra estantería, así que decidimos darle la oportunidad al menos a una de ellas. Estas obras son Monster, de Naoki Urasawa, y Museum, de Ryosuke Tomoe y publicado en español por Norma Editorial. Nos decantamos por la segunda simple y llanamente por su duración: tres tomos frente a los 9 (dobles) de la otra.museum 2

Y así fue cómo volvimos a engancharnos al mundo del manga, rememorando los buenos momentos que nos hizo vivir en el pasado. Y es que el manga tiene algo, por lo menos el seinen de temática de terror o thriller de asesinatos, que hace que nos metamos más en la historia, que nos parezca más real que las historias del cómic americano (y eso que la sociedad japonesa nos queda mucho más lejos en conocimiento y similitudes que la otra). Quizá sea el dibujo hiperrealista de la mayoría de trabajos, quizá la falta de color (como ocurre con The Walking Dead)… o quizá un poco de todo. Sea lo que sea, lo que está claro es que hemos disfrutado como niños con una pelota nueva (o con uno de esos spinner que tan de moda están ahora) con el primer volumen de Museum, y esto ha hecho que nos embarquemos también en Monster, con la pretensión, por supuesto, de acabar ambas obras.

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Museum es una especie de la clásica Seven (1996) a la japonesa (y en cómic en lugar de película). El protagonista en un joven detective de la policía de Tokio, que ha de investigar un caso de asesinatos perpetrados por un asesino en serie, con mensaje incluido en cada uno de sus trabajos a modo de «sentencia judicial» (cada cual más sádica y original). Según avanza la investigación, nuestro policía se verá más involucrado en el caso, que se complicará con cada nueva averiguación.

Giros de guion, un asesino carismático e inteligente (a destacar el hecho de que hay testigos que le ven en el lugar de los hechos pero, gracias al momento en el que comete el crimen, nadie puede dar una descripción detallada de su aspecto) y un dibujo excelente (que refleja cada muerte a la perfección, transmitiendo esa sensación desagradable que vivimos con cada escena del crimen de Seven) hacen que devores las más de doscientas páginas en un santiamén, y te quedes con ganas de más.

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Como parte negativa, hemos de decir que en alguna ocasión (no más de dos o tres veces) las líneas de texto finales de un bocadillo aparecen escritas sobre el dibujo, quedando emborronadas y “feas” a la vista. No sabemos si es una errata del original o si (casi seguro que es esto) al traducir del japonés el texto no entra en el espacio reservado, quedando este defecto sin corregir en la versión publicada en español. Otra cosa un poco molesta es que las onomatopeyas son diminutas y si no te fijas mucho ni las ves, pero bueno, nada demasiado grave.

En el momento de publicar esta reseña ya tenemos en nuestro poder los dos números que nos faltaban para completar la historia, una historia que mantiene el nivel del primer tomo y es de compra obligada para cualquier fan del manga o de los thrillers policíacos. Un par de detalles que merece la pena añadir: el tercer tomo viene con una caja de cartón duro de regalo, que podemos montar y que servirá de cobijo para  los tres volúmenes. Y hay película de personajes de carne y hueso, estrenada en 2016 y de producción japonesa.

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